dilluns, 20 de juliol del 2015

Curiosidades- Carrer de Montcada

Paseamos por la plaza de El Born, a tocar del absis de Santa María del Mar. A la izquierda nos acoge la placeta de Montcada, que nos dará paso a la calle de los palacios del S. XIV.
No llamará la atención una escultura situada a mano derecha. Estamos contemplando la obra Montcada Jazz, del escultor norteamericano Roger Mack, que la dió a la plataforma de entidades de la Ribera del año 1994.
En el otro extremo de la calle hay otra placeta, la de Marcus. Los dos ensanches, se hicieron con la finalidad que, durante las procesiones, los pasos pudieran cambiar el sentido.
Así todas las casas de la placeta son del S. XVIII, pero nos llamará la atención la del número 8, por sus ventanas del S. XV. Yendo a la calle Montcada pasaremos por la calle más estrecha de Barcelona, la de las Moscas, que ya se llamaba así en el S.XV. Ahora está cerca que nada más dejan acceder a los vecinos.
Hace faltar ir más despacio y mirar a lado y lado de la calle, para que en cada callejón se habla de habla de historia. Esta vía fue abierta a mediados del S.XII por Guillem Ramón de Montcada, en unos terrenos de su familia, con el propósito de comunicar los barrios de la Boria y de la Vilanova del Mar. La proximidad del puerto, en la edad media, el mar llegaba hasta el edificio actual de la Llotja, y que por este motivo de la denominación primitiva de Santa María del Mar fue Santa María de las Arenas " convocó rápidamente a los burgueses de la ciudad medieval". La calle asumió el momento de máxima opulencia durante el S.XV, cuando Barcelona mandaba sobre el Mediterráneo.
Los palacios surgieron uno cerca del otro, separados nada más por medianeras, y rivalizando la riqueza sin estridencias que da carácter catalán. Todos siguen un modelo de estructura características:
envuelven el patio donde surge la escalinata que lleva hacia la planta noble.
S.XVI, con el traslado de las rutas comerciales marítimas del Mediterráneo al Atlántico, empezará el comienzo de la decadencia de la calle, que ya será definitiva durante el S. XIX, durante la desastrosa Guerra de Sucesión y del desaste final de 1714. Los palacios fueron abandonados, vendidos, se habilitaron como pisos de alquiler, o fueron servidos como almacenes.

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